A continuación les compartimos alguna imágenes del congreso de oración y sanación que se realizó el pasado 28 de agosto de 2015 con el predicador catolico Rodrigo Escallon Dominguez.
sábado, 29 de agosto de 2015
viernes, 7 de agosto de 2015
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCANGEL
EXORCISMO
DE LEÓN XIII COMPLETO
EXORCISMO
CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES REBELDES
Publicado
por orden de Su Santidad León XIII
Primero
debe rezarse, como todos los días el Rosario de la Virgen y después el
Exorcismo del Papa León XIII. ¡Todos los días! (Al final se puede bajar
versión imprimible)
Jesús nos dice lo siguiente:
Hijos míos: haced
el Exorcismo de mi amado Arcángel Miguel, dictado a mi siervo el Papa León
XIII, todas las veces que podáis y propagad su devoción. Si supierais hijos
míos las gracias y la protección que os brindo a través de esta poderosa
armadura, ¡si lo supierais!, ¡entonces la utilizaríais más frecuentemente y
propagaríais su devoción! Yo, vuestro Padre, a través de mi amado Arcángel
Miguel., expulso y protejo de toda fuerza del mal a todos aquellos que hagan y
propaguen su devoción. De los lugares donde se practique esta devoción el
demonio huirá y ninguna fuerza del mal os podrá tocar.
Todo aquel que ore con fe y en gracia de
Dios el exorcismo de mi Amado Arcángel, se convierte en soldado de mi
ejército aquí en la tierra; es poderosa armadura contra el ejército de Satanás
y sus demonios; hacedlo después del rezo del Santo Rosario, para que veáis cuán
grande poder os doy. Pregonad su devoción y os concederé indulgencias
especiales. Os lo prometo.
Todo aquel que practique esta devoción tendrá
la protección de mi Arcángel Miguel, y él, mi amado Príncipe, lo acompañará en
todos sus caminos. Ni los demonios, ni las pestes, ni las tragedias, ni las
catástrofes, ni las tempestades, ni el hambre, tocarán a las puertas de
aquellos que oren con el exorcismo. Mi Arcángel será intercesor en esta vida y
en la eternidad de todos aquellos que sean sus devotos. Hacedlo extensivo a
vuestros familiares, parientes, vecinos, amigos y en general al mundo entero,
para que las fuerzas del mal sean desterradas de la faz de la tierra. Uníos en
oración al Corazón Inmaculado de María y a mis Ejércitos Celestiales; rezad el
Santo Rosario y luego haced el Exorcismo, para que permanezcáis en victoria.
Acordaos que el tiempo está cerca, sed verdaderos guerreros combatiendo junto a
vuestra Madre María y a mis Ejércitos Celestiales. Sed devotos de mi Arcángel y
Él, os asistirá en todas vuestras batallas espirituales. Estad pues hijos míos
en gracia de Dios al orar con esta armadura y os brindaré grandes victorias
sobre toda fuerza del mal.
San Miguel nos dice lo
siguiente:
Hermanos: Cada vez que oréis con mi
exorcismo, llamadme primero tres veces, con mi grito de combate:
"¡Quién es como Dios!
Nadie es como Dios”
Y yo vendré con la velocidad del pensamiento a
asistiros en vuestra lucha espiritual. No temáis hermanos, haced mi
Yo, Miguel, Príncipe de los ejércitos de mi Padre,
os prometo que seré amigo e intercesor en esta vida y en la llegada a la
eternidad de todos aquellos que oren y propaguen la devoción de mi exorcismo.
No dejaré que ninguno de mis devotos se pierda y lo mismo haré con sus
familias. Cuando llegue su hora, los llevaré a la Gloria de Dios y los
presentaré ante mi Padre, sin que tengan que pasar por el Juicio de Dios.
Hermanos, os pido que al hacer mi exorcismo
incluyáis las almas de los pecadores que en más peligro estén de
condenarse, y las almas de los moribundos que estén en pecado mortal. Si
oráis por ellas, yo intercederé ante mi Padre para que no se pierdan. Esas
almas rescatadas del fuego del infierno os lo agradecerán y serán intercesoras
vuestras cuando alcancen la Gloria de Dios.
Orad también con mi exorcismo por la conversión de
los pecadores, por la Iglesia y los Sacerdotes, para que nosotros, a través de
vuestras oraciones y súplicas y por la Gracia de mi Padre, expulsemos a Jezabel
(personaje bíblico) y Asmodeo (demonio que aparece en La Biblia), que están
apartando a los Pastores de la Iglesia del camino del evangelio. Orad
también por la paz del mundo, tan amenazada en vuestro tiempo y muy
especialmente, orad por el triunfo del Inmaculado Corazón de Nuestra
Señora y Reina María. Si nos llamáis, vendremos en vuestro auxilio;
entended hermanos que mi Padre respeta vuestro libre albedrío, es por eso, por
lo que debéis de orar y orar y más especialmente en estos tiempos de tanta
oscuridad.
No olvidéis hermanos, orar con mi armadura en Gracia
de Dios (confesados y comulgando), uniéndoos al Corazón Inmaculado de Nuestra
Señora y Reina María, a Mí, y a los ejércitos celestiales, para que juntos
desterremos de la faz de la tierra toda fuerza del mal.
“Gloria a Dios en el cielo” Aleluya, Aleluya,
Aleluya.
El
Exorcismo de León XIII
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo
Salmo
67.
Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y
huyan de su presencia los que le odian. Como se disipa el humo se disipen
ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante
Dios.
Salmo
34.
Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los
que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga.
Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin
razón me abrieron trampas mortales.
Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los
enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me
abrieron. Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y
siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Súplica
a San Miguel Arcángel.
Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial,
Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra
los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso,
contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en
auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza
(Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del
demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del
Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus
ángeles apóstalas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo.
“Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron
arrojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).
He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha
erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la
escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se
instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su
Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de
destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno
dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el
veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la
blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.
Los más taimados enemigos han llenado de amargura a
la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han
puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde
fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz
para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad,
de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible
adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le
atacan y dale la victoria.
La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se
gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales;
Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la
suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros
pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia.
Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre
nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la
antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones
(Apoc. 20).
Después de esto, confiados en tu protección y
patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos
a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre
de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.
R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz
de David.
Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.
Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un
sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos.
Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos
tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la
intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel
San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles
Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra
Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar
al género humano y para la perdición de las almas. Amén.
Exorcismo: Te exorcizamos todo espíritu
maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración
y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesucristo, para que
salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y
redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero. En adelante no oses,
perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de
Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo. Te lo manda Dios
Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual
quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”
(II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre te lo manda Dios Hijo; te lo manda
Dios Espíritu Santo. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios
hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se
humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó
su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca
prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días
hasta el fin de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la
Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana. Te lo manda la
excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer
instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza.
Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y
Pablo y de los demás Apóstoles. Te lo manda la sangre de los mártires y la
piadosa intercesión de todos los Santos y Santas. Por tanto, maldito dragón y
toda legión diabólica, te conjuramos por Dios vivo, por Dios verdadero, por
Dios santo, que “de tal modo amó al mundo que entregó a su unigénito
Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna”
(Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el
veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a
su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la
salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado
semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y
apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la
poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y
terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien
están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones;
a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo,
Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.
Señor, escucha mi oración. R. Y llegue a Ti mi
clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un
sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de
los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los
Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores,
Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la
muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti,
ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible,
cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se
digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y
maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
(Se rocía con agua
bendita el lugar y a los presentes).
Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de
nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).
Padre
nuestro….
Y ahora
rezar la siguiente oración:
PODEROSA INVOCACIÓN PARA PEDIR PROTECCIÓN
¡Adoración! ¡Adoración! ¡Adoración! ¡A Ti oh arma
poderosa!
¡Adoración! ¡Adoración! ¡Adoración! ¡A Tu Sangre
Preciosa! Misericordioso Jesucristo Agonizante, derrama Tu Sangre Preciosa
sobre las almas. Satisface nuestra sed, y vence al enemigo. Amén.
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo. (3
veces).
Y finalmente:
ORACIÓN DE COMBATE A SAN MIGUEL
Se llama primero a San Miguel, pidiéndole permiso al Padre celestial con el rezo de un Padrenuestro. Luego se dice la oración que se enseñó para estos tiempos:
San Miguel Arcángel: Defiéndenos en la pelea contra Satanás y sus demonios; sed nuestro amparo y protección; que el Altísimo os dé el poder y el permiso para que nos asistáis y que Dios haga oír su voz imperiosa para que expulse a Satanás y sus demonios que quieren hacer perder la humanidad. Que tu grito: "Quién como Dios, nadie es como Dios", someta a Satanás y sus demonios bajo nuestros pies. Amén.
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